sábado, 18 de agosto de 2007

El Cristianismo y los bárbaros



La expansión del cristianismo entre los bárbaros constituyó una poderosa fuerza fusionadora de culturas y ayudó a asegurar que algunos vestigios de la ley romana y del latín continuaran en Francia, Italia, España y Portugal. Los francos se convirtieron al catolicismo durante el reinado de Clodoveo I y, a partir de entonces, expandieron el cristianismo entre los germanos del otro lado del Rin. Por su parte, los bizantinos extendieron el cristianismo ortodoxo entre los y los eslavos.

El cristianismo fue llevado a Irlanda por San Patricio a principios del siglo V, y desde allí se extendió a , desde donde regresó a Inglaterra por la zona norte. A finales del S. VI, el Papa Gregorio Magno envió misioneros a Inglaterra desde el sur. En el transcurso de un siglo, Inglaterra volvió a ser cristiana.

En Irlanda, por su parte, había sobrevivido una comunidad cristiana, aislada de Europa por la barrera pagana de los anglosajones. Con el tiempo evolucionaron de manera diferente al cristianismo continental, haciendo florecer el Cristianismo celta. Estos cristianos celtas conservaron mucho de la antigua tradición latina, la cual compartieron con Europa continental apenas la oleada invasora se hubo calmado un poco. En el S.VI, los irlandeses saltaron a Inglaterra, y en el siglo VII fundaron monasterios en la Galia, en Suiza (Saint Gall), e incluso en Italia, destacándose particularmente los nombres de Columba y Columbano. Como consecuencia de esto, las Islas Británicas fueron durante unos tres siglos el vivero de importantes nombres para la cultura: el historiador Beda el Benerable, el Misioner Bonifacio de Alemania, el educador Alcuino de York, el teólogo Juan Escoto Erígena, entre otros...